domingo, 4 de septiembre de 2011

La marina







Paseando al atardecer por la playa le vi, estaba sentado pintando, pintaba el mar, cada día pasaba por allí corriendo, por la orilla era habitual verle siempre en el mismo sitio para mi era un desconocido conocido y yo también debía serlo para él, pero aunque éramos habituales en aquel sitio, extraños sin saludos, nos reconocíamos. Esta vez no reparé en su imagen solitaria de la misma manera, él era el que siempre pintaba y yo la que siempre corría, era nuestro rol, esta vez, no pasé de largo como de costumbre, cansada de correr y victima de aquel calor dejé toda mi ropa cercana a su caballete y me metí en el agua. Chapoteé, nade y me deslicé por encima y bajo el agua al salir. Vi que mis ropas seguían allí y que el seguía pintando, me tumbé en la playa a dejar que los últimos rayos de sol calentaran mi cuerpo.





Y oí su voz a mi lado, que sonó segura de si misma; diciéndome como si alguna vez hubiéramos hablado... me encanta pintar a esta hora, la luz en el agua se refleja mágica. Sentí deseos de contestar y así lo hice... me encanta correr por esta playa nunca hay nadie, hice un pequeño silencio y proseguí... perdona estas tú lo siento. No quise decir que tú no... sin darme cuenta utilicé lenguaje coloquial, la verdad es que estábamos hablando como si nos conociéramos y la realidad es que aunque nos habíamos visto, nunca nos habíamos hablado, tras decir lo que dije me interrumpió... lo se, te gusta la paz que hay, a mi también. Al hablar con el sentí curiosidad por ver que pintaba y me vi a mi corriendo desnuda entre las olas, le mire. Y me dijo... el mar a estas horas no es lo mismo sin ti.



Me vestí y me dijo... vives lejos?... Le miré durante unos segundos el no separaba la mirada del mar y dije... no vivo al otro lado de la playa en una casa amarilla... No sé porque le dije lo de la casa amarilla, si yo no hablo nunca con nadie y casi me falto darle mi teléfono o la llave de casa.



Hice ademán de despedirme, pero su voz me detuvo me dijo... ven conmigo quiero enseñarte algo... y sin saber como, le seguí, subimos el caminillo que estaba tras nuestro y una escalera cortada en la roca que subía la montaña directa su casa, no dijo nada mientras subíamos y yo no dije nada tampoco. Finalmente llegamos a la terraza de su casa, que era donde finalizaba la escalinata. Tenia su casa ante mí, era un sitio lleno de trastos de pintar y muchas cosas, una gran vidriera que llenaba de luz el estudio cuando entramos el me dijo... espera voy a dejar esto ponte cómoda, ¿Quieres tomar algo?.... dejó unos segundos mientras me observaba desde la puerta esperando una respuesta y le dije.... un poco de agua gracias... y marcho por la puerta.



Yo en la sala chafardeaba sus cosas, sin tocar nada, lo miraba todo, camine por aquella salita y entre por debajo del arco que había en la derecha donde la vidriera iluminaba su interior con la última luz de la tarde, vi montones de hojas lienzos acumulados trapos, eso si ordenados en estanterías pero bueno era un cuarto de dibujo o de pintor con todos los utensilios utilizados en su trabajo, sobre un caballete frente a la vidriera había un cuadro y no pude evitar la tentación de verlo, era yo me había pintado de cerca, y jamás, hasta el día de hoy, nos habíamos hablado; en tres años que yo residía en ese pueblo. En la mesita de al lado habían bocetos míos en la playa, en el bar, el la tienda de flores. Blanca... aquí tienes tu vaso de agua. Estaba muy sorprendida y tan ensimismada en lo que estaba chafardeando que no me di cuenta que le tenía a mi lado. Cuando además dijo mi nombre pensé que mi corazón daba un vuelco con el susto que me dio; como el de una cría que ha roto algo o visto algo que no debía. Viendo mi cara el sonrió con una mueca limpia, llena de luz y me pregunto si me gustaba el cuadro.



Le dije que si... con voz tímida mientras me llevaba el vaso a los labios para beber de el su contenido. Él prosiguió diciendo, la luz ese día era perfecta, el pelo brillaba de una manera especial y en tan solo unos segundos tu imagen quedo grabada en mi mente, es mi cuadro favorito ¿te reconoces? Me dijo a mi espalda y le contesté, la verdad es que cuando me vi sentí un escalofrío incluso recuerdo el día que era por mi expresión de la cara, era el día que llegué a este pueblo... y el me respondió exacto. Y proseguí diciendo pero ese colgante que llevo al cuello en el retrato, no es mío yo no tengo nada parecido.



Me giré para devolverle el vaso y le pregunte ¿el baño?, me indico que estaba escaleras arriba con un gesto y me acompaño a la puerta del mismo, entonces el silencio que solo acompañaba nuestros pasos por la escalera termino al oírle decir, hay toallas limpias, si quieres puedes ducharte yo estaré abajo... Y tras decirme esto, salió del baño cerrando la puerta. La verdad es que mi piel olía a mar, la sal me rezumaba en forma de líneas graciosas en los brazos, y decidí tomar esa ducha, cuando estaba acabando de ducharme, la puerta del baño se abrió y su voz lleno la estancia al cerrar el grifo del agua, le oí decir tras la cortina del baño... Te dejo esta ropa seca, espero sean de tu talla. Cada vez me dejaba mas descolocada, salí de la ducha y vi un vestido de estos fruncidos con elástico el pecho sin mangas y estampado el miles de flores chiquitinas, era un tejido suave, y vestida con el parecía un paisaje con flores, una imagen dulcemente bucólica, me seque el pelo y salí del baño, cuando le vi al pie de la escalera, sonrió y me preguntó... ¿acerté con la talla?... a lo que respondí con una sonrisa, y acto seguido le pregunte por su nombre, ya que aún no nos habíamos presentado, Perdóname, veo que me has observado, me has pintado, me has hablado y abierto tu casa, además estoy en desventaja ya que tú si conoces mi nombre, pero yo desconozco el tuyo... El me sonrió con media mueca y me dijo. Tiene usted razón mi nombre es Alberto, si desea interrogarme puede hacerlo. No pude evitar el soltar una risa y le comente que no es mi intención interrogar, la verdad es que no se por que, pero estoy muy a gusto en tu casa, hice un silencio y pregunte... y ¿Qué es lo que querías que viera?... le mire directamente a sus ojos negros y profundos, tenia una mirada misteriosa y reaccionó con una atisbo de sonrisa en sus labios y sencillamente me dijo cierra los ojos... a veces hay ocasiones en que no sabes por que pero confías plenamente y lo cierto es que durante todo el tiempo que estuvimos en la casa, nada me hizo desconfiar de él, así que cerré los ojos y esperé, noté algo frío en mi cuello y como sus manos elevaban mi pelo, apartándolo del cuello, para atar algo. Cuando termino, tenía clarísimo que me había puesto un colgante, no creo que fuera mi instinto si no más bien todo lo contrario; sin a ver visto el objeto que colgaba de mi garganta, sabia que era ese caballito de mar que vi en el cuello de mi otro yo, en el cuadro. Me acerque a un espejo que había en el mismo peldaño donde me encontraba y vi que era una pieza tallada con el nácar de una concha al que le habían hecho engarzar una pequeña aguamarina como ojo, era una piedra con un brillo de un azul suave y verdoso, era como llevar el mar en mi cuello. Mientras pensaba oí como me decía... Era una concha que encontré, en la arena de la playa, el día que me di cuenta de que sentía algo por ti... dejo un tiempo suficiente para que nuestros ojos se miraran directamente a través de la superficie lisamente pulimentada del espejo y prosiguió con la explicación hace años mi abuelo me enseño a tallar las conchas y cree este caballito de mar, porque fue lo que la concha me inspiró al verla, le añadí esa pequeña piedra verdiazul que lleva dentro de ella el océano que tanto adoro, es para ti... ¿ te gusta?... Alberto tras sus palabras deja un silencio y yo respondí, es precioso jamás tuve nada tan hermoso como esto... deje una pequeña pausa y le comenté... sabes? Tengo que decirte que desde muy pequeña el mundo de las sirenas y los caballitos de mar me llamó mucho la atención. Realmente has acertado, muchas gracias... Pero ¿Qué puedo hacer yo por ti? Alberto me miró y me dijo no tienes que hacer nada, solo aceptar mi regalo... El se dirigió al la zona de su estudio, dejándome en la escalera ante el espejo con el regusto de haberle ofendido de alguna manera al darle las gracias, pero no me amilané y le seguí... cuando estuve en la puerta del estudio y el frente a la ventana mirando el mar, le pregunte ¿Alberto, que es lo que sientes realmente por mi?... El sin dejar de mirar la puesta de sol me respondió... no lo sé... note por su voz que no era una pregunta cómoda, así que cambie de tema, dejando llevar mi curiosidad por un montón de dibujos que había en la sala.



Casi todos tus dibujos tratan del mar, me gusta mucho la fuerza de esa espuma, tengo que confesarte que adoro el mar y cuando miro una marina desconecto de mis problemas sumergiéndome en el agua del dibujo. No se si me entiendes... lo que quiero decir es que sin darme cuenta; oigo y siento la humedad del agua, me dejo llevar por su sonido, que seguramente yace en algún lugar de mi recuerdo, a veces hasta me relajo solo pensando es la sensación de plenitud que me da flotar haciendo el muerto, dejándome llevar por las olas, es... como si fuera parte del agua... Se hizo el silencio tras lo dicho y pude comprobar que Alberto ya no estaba mirando la puesta de sol si no que me miraba a mí. Hundí mi mirada el la suya y me dijo... Tal vez lo que busco eres tú, debo reconocer que el mar y tú sois mi inspiración, una nereida, una sirena, sencillamente una ninfa del mar o tal vez... ahora que te oí, sois para mi la misma cosa, el océano esta en ti y yo... Lo veo, lo siento, lo necesito. Me has sugerido tantas imágenes, tantas ilusiones, me has infundido una vez más y veo en ti una gran obra, realizar un sueño, déjame modelarla, permíteme formar parte de tu misterio, eres la fantasía a la que me gustaría dar forma real, colaboraras iluminando mi genio con tu presencia pintándote. ¿Confías en mí?...



No pude por menos que asentir a sus palabras, si sopesaba lo que mis días habían sido, entrar en el misterioso mundo de aquel extraño conocido, era una estimulación sumamente atrayente que daba un poco de misterio a mi aburrida vida, como necesitaba algo así, no creo que solo fuera complacencia, realmente me infundió deseos de formar parte de su obra de dejar que se expresara en mí de esa manera y consentí en dejarle hacer, casi era todo un honor. Se acerco a mí y libero mi cuerpo de aquel vestido, acarició mi cuerpo con sus manos sin medrar palabra, tomando posición de ángulos, de formas, me invito a tumbarme sobre una lona del suelo y así lo hice... y allí prosiguió con su ritual de preparativos, me sentía como una escultura, estaba inquieta pero paciente como una roca por tallar, como una masa de barro por dar forma, un lienzo por pintar. Sentía sus manos en mi cuerpo, como deslizaban toda su imaginación, como poco a poco iba convirtiéndome en ese lienzo, como se deslizaba por mis senos distribuyendo una fina capa de líquido hidratante para no dañar mi cuerpo con las pinturas a usar, después me abandoné a su temple o a su inspiración, ésta era volcada en forma de pintura sobre mi piel desnuda, me sentí excitada, con el tacto de sus acuarelas sus pinceladas suaves, dibujando sobre mí un dibujo, líneas líquidas, líneas tribales de colores, notaba como se deslizaba la base untada del pincel, con frío tacto por mis brazos, por mis senos trazando una espiral eróticamente ascendente, percibí que le gustaba oírme respirar mientras me decoraba, consentí en ese juego y sencillamente me deje pintar.



Tras tenerme pintada me fotografiaba, posé aquella noche miles de veces, acabe siendo todo un cuadro abstracto, mi piel expresaba su fuego y su pasión, su ira y toda su ilusión. Me pintó la mayor parte de mi cuerpo y cuando ya no pudo expresar en mi más sensaciones, se acerco separando mis piernas acaricio mi pubis, sentí su diestro tacto, notaba como sus dedos magistrales se hundían en mí; como me buscaba y como vibrantemente me encontraba, como deseaba siguiera utilizándome de paleta, de lienzo, le deseaba y mi respiración, mis jadeos componían una imagen de color entre sus manos, me dejé besar por sus labios, le dejé extraer de mí, mi propia esencia, me sentía inducida a que me amara, sus caricias me inflamaban, mis espirales de color tornaron en un duro relieve al sentir su presencia dentro de mi, yo instigaba a que lo hiciera, deseaba tenerle dentro, gozarle, debía dejarle formar parte de su obra, dar forma de realidad a su fantasías. Era mi creador, debía acabar su obra. Aunque convulsivamente me dejaba dar forma en mi interior, mi exterior se retorcía en placer, gemidos y entrecortada respiración sus manos contorneaban mi superficie recorriendo en mi todos lo rincones posible, y no dejando obertura ni piel por besar. El diseñaba en mi interior una imagen para no olvidar y modelaba mi exterior a su gusto, nuestro gusto.



El diseñó en mi interior, dibujo su nervio y su fuerza, provoco convulsiones, jadeos y excitación, su obra era perfecta se movía era fruto de su genialidad. Aquel éxtasis me duro cuatro horas de preparación, las caricias de sus manos con el aceite hidratante y las pinceladas, culminaron finalmente en dos cuerpos jadeantes, sudorosos, que lindaron sus almas rozando el sabor salado del mar. En sus movimientos y envestidas descubrí sin ver que en mí le imagine como a un barco, mi piel era el agua y con el vaivén de su entradas me sentí finalmente como el mar que movía el barco con su marea, sus olas y su espuma. Me había regalado una marina y el formaría siempre parte de ella.



La verdad es que todas las fotos que hizo de mí, dieron lugar a unos collage, cuadros varios, figurillas, la lona donde retozamos que estaba cubierta de colores difusos y una estatua central en bronce y en cerámica, que recordaba el momento en que el autor forma parte de su obra, monto una exposición que llamó “EL MAR Y TÚ.” Pero su principal obra estaba en mí y dentro de él, la expresión de haber cogido esa estrella que brilla, de dar forma cada día a una ilusión, de encontrar en mis brazos no solamente mis besos y mis caricias, remanso de paz a nuestras inquietudes, un amor sin preguntas, una confianza compartida, sencillamente un sueño hecho realidad, que ondeante llego a nuestras vidas y con la espuma las olas, creamos de la sal en nuestra unión una hermosa marina.





FIN.

No hay comentarios:

QUE TE PARECE ESTE BLOG