lunes, 25 de julio de 2011

Por un instante , por un momento, un cuento urbano









POR UN INSTANTE POR UN MOMENTO

Tiempo presente
Primer momento 15/01/99
UN DIA NORMAL
Carlos se sentó en la consulta del psicólogo a esperar el turno mientras pensaba:... "Tal vez no debía haber venido, pero estos días… son muy duros y diga lo que diga Ernesto sé que me lo dice con el corazón; pocas veces se tiene un amigo del ramo de los psiquiatras, que pueda llevar la puesta a punto de la cabeza de un conocido".

"¿Carlos? Tú turno pasa". Dijo Ernesto el doctor, pues en esos momentos y aunque lo fuera no ejercía de amigo;- "Siéntate y dime ¿Qué me cuentas hoy?"

"Hoy… - le mire como si la pregunta me sonara a guasa…- es un día más, un día normal" – le dije mientras me tumbaba en el sofá y continué... “Pero hoy hace tres años que murió…- hice una pausa para tomar aliento, parecía que mi saliva que la llevo un viento árido y desértico- … y no quería estar sólo."

A lo que Ernesto me repuso inmediatamente con tono dulce pero duro a la vez, firme se podría decir, mientras miraba a Carlos contemplativamente sin poner en ningún momento cara de aprobación o lástima:... "Carlos deberías volver a ver una antigua amistad para volver a valorar tu vida y tu futuro, ¿No hubo nadie más en tu vida que Clara?- paró para respirar y mirarme fijamente, sentí que su mirada me quemaba, aún me dolía, no puedo negarlo…y prosiguió- Debes afrontar el pasado, aquello fue muy traumático para ti y para las doscientas familias del mismo vuelo."

"Carlos, no debes enterrarte con ella, no puedes culparte de haber sido débil. Maldita sea Carlos cualquiera se habría vuelto loco en esas circunstancias. Nadie puede entender porque pasan esas cosas pero pasan, fue un accidente y por desgracia no hay nada que hacer. No puedes culparte de lo que a Clara le sucedió."

"Carlos aunque ella fuera la mujer más maravillosa de la tierra. Tú... Tú debieras pensar que la perfección siempre se supera y aún eres joven, y por lo que me has contado otras veces, ella también tenía sus imperfecciones y no esta mal que pienses en ellas. Todos tendemos a santificar a los muertos recordando solo aquello que les dignifica."

Escuché lo que me decía, aunque hacia esfuerzos por asentir lo que sus labios pronunciaban, y tenía unas terribles ganas de escapar volando de allí, me dije que esta vez le escucharía, que todo ha de tener un sentido en esta vida. Tal vez el mío haya sido conocerla, ahora tras llorarla sé que aún sin tener más fuerzas he de superarlo. Sin que por ello tenga ese aguijón clavado de serle infiel, ser infiel a su memoria.

Ernesto se sosegó un poco tomando asiento y suspirando profundamente le preguntó:... "¿Qué tal con el ejercicio que te mandé el otro día? ¿Has llamado a Luisa? Veo por tu cara que no... ¿Verdad? "Pues muy mal hecho". Dijo Ernesto recalcando cada una de las sílabas. Piensa en esto, ella también perdió a Clara; además entre tú y ella hubo algo más que sexo... Si, si teníais una perfecta compenetración, erais amigos en la vida y en el sexo, ¿Qué más se puede pedir? Ya sé que me repito pero... Piensa en ello y llámala. Juntos os podréis consolar. Venga y márchate ya. Carlos escúchame bien: No vuelvas hasta que hables con ella." Esto último lo dijo Ernesto mirando fríamente a Carlos. Ya que no le pagaban para dar broncas si no para escuchar; a veces era bueno dar una buena reprimenda a los pacientes que se acomodaban a lamentarse de ellos mismos sin hacer nada al respecto dejando que su vida se hunda sin remedio como un barco con el casco roto y cargado de hierro, en un mar frío y oscuro, cuando ellos son los únicos que se pueden dar socorro.

Las palabras de Ernesto dieron que pensar a Carlos toda la noche e incluso cuando estaba en la cama y recordaba las cosas que hacía con Luisa y lo bien que se llevaban en todo, los chistes, las bromas que le hacían a Pepe, el sexo... a veces tenía deseos de poseer su joven cuerpo pero entonces aparecía la mirada de la dulce Clara y borraba la imagen de Luisa en mil pedazos y no sabía que hacer, sólo daba vueltas en la cama lleno de culpabilidad. Se levantó y fue a buscar un paquete de cigarrillos, buscando en el armario donde Clara lo escondía todo, encontró un paquete que él guardó hace unos meses cuando volvió a dejar de fumar ya por orden del medico, sólo que esperaba no estuviesen picados y curiosamente encontró una tarjeta de Navidad de Luisa...
Hola cariñines
Os deseo una Feliz Navidad y espero que de este viaje vengáis con un retoñito.
Me han cambiado las líneas de teléfono por el cerdo aquel que me llamaba
Mi numero ahora es el 999 55 66 88
Paz a todos...
Ah! y Feliz Año 96 Y llamadme...
Os quiero...

Carlos sólo veía números sin forma tras las lágrimas y la silueta deforme de un teléfono en la mesilla de la cama. Y por un momento se sintió con fuerzas para ello, aunque no hablase con ella. Dejó un mensaje en el contestador y empezó a recordar, tirado en la cama como haciendo recuento para dar sentido a su vida.


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Primer instante 10/04/95
EL IMPULSO
Ya estoy otra vez en el parque hoy hace una maravillosa mañana de primavera, en ese cielo no siempre tan azul de abril. Los pájaros trinan en los árboles, parece un cuento, uno de esos tan empalagosos. Sentía desde lejos el graznar de los patos en el estanque, el brillo cegador de los rayos del sol, lo recuerdo y le siento en mi piel como si fuera hoy, aunque parezca tonto, tengo el presentimiento de que todo volverá de nuevo a suceder, tal vez por eso siempre vuelvo al mismo parque a la misma hora.
Como entonces hoy, aquellos niños están jugando, aquel anciano dando de comer a los gorriones y en el banco el vagabundo que dormido levantaba el periódico con sus ronquidos. Tal vez ese es el trozo que más recuerdo, junto con la de un puñado de palomas que se peleaban en una fuente por un sorbo de agua. Cuando de repente, todo empezó... La vi, era la pincelada de color que faltaba en ese monótono y pintoresco segundo, ese instante de mi vida.

Sentí que mi corazón latía y aumentaban con tanta brusquedad mis latidos, que sentí vergüenza de irrumpir con tanto ruido a tan divina presencia. No quise hablar y casi no podía respirar, pero sentí deseos de estar junto a ella, no podía describir tanta belleza, sólo sé que sus ojos me cegaron y creí morir cuando la vi sonreírle a un niño pequeño que jugaba con una pelotita roja, ella caminaba con el sol a la espalda. Y, yo no lo dudé más, la seguí.

Sentía verdadera veneración por sus pasos, pise en los mismos sitios donde posaba sus pies. Me estremecía al sentir la seguridad de sus danzantes pasos. Por el puente la pude observar bien, era como un hada mágica cubierta de estrellitas que el sol hacía brillar en su largo y dorado pelo. Parecía compuesto por hilos de oro. Pero ella caminaba y caminaba, cruzó una calle y otra, miraba flores, ropa, bombones, joyas, libros. Y yo sentí tanta envidia de todas esas cosas. Cuando el milagro sucedió, un semáforo, la detuvo ante mí, me acerqué ya estaba junto a ella sentí su calor, su perfume, vibraba con sus latidos y me embriagaba su respiración, alargué mis dedos para tocarla para cerciorarme de que era real, cuando el milagro acaba con el traidor semáforo que verde otra vez la deja escapar, y yo, allí, me sentí tan infame que sólo podía llorar.

La sabia naturaleza entendiendo mi dolor, libera una repentina lluvia, a la cual ella reacciona corriendo como el resto de la gente menos yo inerte en aquel semáforo otra vez con luz roja y no pude distinguir el autobús al que subió. Las lágrimas y la lluvia rompieron el hechizo, y yo quedé otra vez destrozado... Pero espero que otro día o tal vez hoy pueda volver a verla.


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Segundo Instante 06/05/95
EL COMPAÑERO Y EL PECADO
"Vaya, se ha terminado la leche. Tendré que desayunar en el bar de enfrente del trabajo". Me dispuse a salir. "¡Bufa! Que calor hace hoy se nota que ya estamos en Mayo". Se presenta un verano ardiente. Caminé como siempre por la calle, que bordea el parque y llegué hasta el metro. Siempre las mismas caras, el Rocker, la Simpática, la Guarra, el Enano Mete mano y los demás. Anda esa chica se ha puesto en el sitio del Prisas, ahora la acosará mascando chicle y mirándola fijamente. Qué pesado es y con esa cara del actor que interpretó a Popeye.

"Mi parada,... ¡Ehhhh!..." Dijo como enfadada Luisa tras los empujones a la salida de la misma. "Hay que ver como empujan". Mira como adelanta la Simpática ella siempre corriendo, pero si no puede con su enorme trasero, claro que lo que me fastidia es que cuando la tienes delante no anda. Una vez en el bar – "Un cortado por favor que tengo prisa." Le ordenó Luisa al camarero.

"¡Anda! Si está aquí mi amigo Carlitos ¿Qué? ¿Cómo te va la life y esa semana sabática en Andorra para aclarar las ideas?" - Y él me dijo:...

"Luisa, lo estoy pasando muy mal ¿Sabes que me vendría bien? Necesito que nos metamos en algún lío, tengo ganas de broma, Carmen me ha amenazado con dejarme si te vuelvo a ver. No lo entiendo". A lo que Luisa meditaba mientras tanto; "confía en mí y haré todo lo posible para que olvides a Tu Carmen, que yo si sé por que no quiere que nos veamos tanto."

Más tarde, cuando todos marcharon a casa, estábamos solos en la oficina, eran cerca del las 14:00, mientras sonaba "This is how it works" de TLC en el hilo musical, trabajábamos en la Sala 5 de ordenadores, la que tenía una espesa moqueta de alegres colores y un enorme Ficus dando una chispa de vida a tanto artificio. Debíamos presentar, el informe comercial de aquella empresa tan conflictiva, así que nos quedamos para adelantar dicho informe, ya que la marcha de Carlos por su semana sabática en Andorra, hizo que el susodicho informe quedara como si dijéramos; un poco colgado, pero la fecha se acercaba y debíamos dar una solución laboral a su deprimente contabilidad.

Empecé a darle vueltas a la cabeza, ya sé, que es mayor que yo, pero que son diez años. Tan sólo era un niño cuando yo nací o tal vez eran quince; bueno, qué más dará. Quiero ser su cómplice, pegarme a él como una lapa, junto a él me siento tan bien. Entonces fue cuando me preguntó Carlos. "¿Quieres un café después del bocata?". "Sí, gracias. Hoy sin leche, y sin azúcar" le conteste y fue a buscarlo. Entonces sucedió. La idea que rondaba por mi cabeza se hizo presente, que bueno está para ser tan maduro y esa fotocopiadora parecía tan cómoda.

Cuando vi que se acercaba fingí que se me habían caído las hojas y me agaché a recogerlas. Sentí que estaba justo detrás de mí, observando mi trasero, pero no se atrevía a tocarlo, así que hice una locura. Le miré entre las piernas y mientras me elevaba comencé a bailar con movimientos obscenos, tocándome cada centímetro de piel al ritmo de la música, me agaché de espaldas a él; de nuevo y con un sólo movimiento con las uñas rasgué la blonda de mis braguitas, y acaricie mis labios con la punta de mi dedo. Quería seducirle me puse en pie y pasando mi brazo por encima de su hombro, le senté en la banqueta del ordenador y observó atónito con los ojos bien abiertos, me senté en sus rodillas y soldé nuestras intimidades, hasta parecer montada a caballito, me rozaba sobre él suave, suave.

Cuando bajé lentamente la cremallera delantera de mi corto vestido azul eléctrico, me movía insidiosamente encima de él y noté que empezaba a sudar así que ya sólo, y con la poca ropa interior que me quedaba procedí a retirarle la corbata que ahogaba su cuello, secándome con ella el sudor de mis senos y lamiendo el suyo. Cuando con sus manos Carlos sé aventuraba ya a explorar todo mi cuerpo.

En ese momento noté que le gustaba en todas las partes de su cuerpo. Cuando más excitado parecía, tiré al suelo mi sujetador cayendo de la banqueta al suelo. Ya sin defensas, le despoje de su ropa lentamente pero con agresividad. Era mío, había caído en mis redes y no escaparía sin que yo me bebiese todo su jugo, le exprimía con la caricia devoradora de mis manos y procedí a la degustación de su sabor, después me senté con las piernas abiertas sobre la fotocopiadora y amarrándole con las mismas le introduje dentro de mí, nos miramos a los ojos y por un instante dimos rienda suelta a nuestros instintos y me gustaba, le gustaba. ¿Por qué íbamos a parar?

Repetimos tantas veces nuestras comidas en el despacho que aborrecimos el orgasmo. Nuestra relación no tenía más sentido que el goce físico. Tantos encuentros clandestinos, los aseos, la mesa del Presidente, la mesa de Juntas Extraordinarias, los armarios del archivo, la fotocopiadora en marcha de la sala con la ventana bien abierta, tal vez eran tan monótonos como inmoralmente atrevidos. En cierta manera deseábamos que nos encontrasen un día infraganti. Él rompió con Carmen y desde entonces no le volví a ver, pidió un traslado de planta. Aunque en honor a la verdad y para ser sincera echo de menos sus jadeos entre bocata y café. Sé que conseguí lo que me propuse, poseerle hasta que tuvo que huir de mí, pero sabré esperar, aún no hemos probado la escalera, el ascensor, el parking y el capó de cada uno de los coches que hay aparcados. Otra vez será.

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Tercer Instante 05/06/95
LA ENTREVISTA DE TRABAJO

"¡Judith!",...- dijo Adolfo Lucas, gritando, para luego decir en voz baja:- "¿Dónde se mete esta chica cuando la necesito?", - volvió a gritar, "Judith!!." - Cuando por fin la vio expresó – "Judith ¿Dónde está el informe de Luisa Mercader? ¡Ah! Ya lo veo, vete. Oye, aún no me pases a este chico..." - hizo chasquear los dedos a la altura de sus ojos en la duda para con el chasquido dar con el nombre. - "Carlos, ese es su nombre, tengo que hacer primero una llamada espera a que cuelgue, arregla esa dichosa mesa y pon al día mi agenda que ya estamos en el mes de junio, es que siempre esta en las nubes Sta. Vasarri.
"A ver ¿donde está el número? Aquí, aquí estas - Marcando un número empezó a hablar..."
"Clara, oye no me cuelgues".
"Sabes que te quiero..."
"No... No... No es lo que tú piensas... bueno...sí"
"No... ¿Judith?... Ella... ella no es importante..."
"¿Es libra? Y que importa que sea libra..."
"Si... si... sólo fue una vez..."
"Una locura..."
"No puedes dejarme... no me digas eso"
"Yo nunca. Pero... ¡¡Se terminó!!..."
"¿Qué es eso de que se terminó?, ¿Qué te vas?...Y ¿Adónde vas? ?.. Eh!!... Oye!!... Eh!!..."
"Me ha colgado, no me lo puedo creer de esa estúpida." Bueno tal vez lo haga otra vez con Judith. – "A la papelera" - dijo mientras tiraba la foto de Clara a la basura, en ese momento entraba Judith con Carlos – "Aquí le dejo a Carlos Sr. Lucas" – "Si gracias, Judith luego cuando todos marchen, ven que tendremos una reunión privada, ya sabes anula todas citas y di que no estoy, Ah!! Llama a tu hermano el lampista, ¿Antonio se llamaba no? Que en el edificio donde vivo hay una vecina que precisa hacer algo en la tubería y la galería no sé... un empalme, aparte de los arreglos de la finca."

Sentándose en su sillón le indicó con la mano a Carlos que hiciera lo mismo: "Pero Siéntate. Hola me llamo Adolfo Lucas y soy jefe de esta división, puedes explicarme cual es motivo de que quieras cambiar de planta. Observaba a Carlos mientras éste hablaba, pero no era descortesía, era que no paraba de pensar en Clara y como toda su rabia se la haría pagar a Judith, deseaba pegarla y penetrarla hasta que reventase en gritos de gozo, sonreía cuando creía oír los gemidos de gusto de Judith, esa zorra haría cualquier cosa por trabajar aquí, y hoy tendré un instante de poder, pero su sonrisa coincidió con un comentario gracioso de Carlos, que dijo para romper el hielo, en aquel despacho decorado con motivos militares de todas etnias que a Carlos se le ocurrían, - "Bueno Carlos." - Increpó Adolfo, - "Me has convencido puedes empezar a trabajar cuando quieras. Dile a Judith que entre, cuando salgas."- y sin decir nada más Carlos salió del despacho y sonriendo a Judith le traspasó la orden de Adolfo. "Hola dice que entres".

Desde el interior del despacho... – "¡Judith! Si ya se han ido todos, vente."- Grito, y cuando la tubo delante cambió el tono, por uno más lascivo y dominante, y dijo – "Cierra la puerta que tengo ganas de... Hoy, me toca a mí, hoy seré yo el vasallo."- Y a la par que cerrando la puerta, de un bofetón adolfo caía al suelo, Vasarri debía domarle.

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Cuarto instante 24/06/95
LA DESPEDIDA

Daban la 07:00 en el reloj del salón, mientras empezaba una mañana gris ahogada entre nubes, desde luego no parecía principios de junio, era más bien un reflejo del aire de septiembre u octubre, ese aire que huele a libros nuevos y vuelta a clase. Una mañana en la que todo debía acabar presentía que era el principio del fin. Habían pasado tantas cosas y Luisa de qué manera entre ellas.

La madera de roble rojo del parquet crujía desesperadamente. Cuando sus zapatos de tacón empezaban a cruzar la estancia rompiendo con una sombra, la tímida luz solar que truncaba la oscuridad. El eco de sus pasos torturaba mis oídos. Yo en mi interior pedía, rogaba que no siguiera, aquello no parecía real no era posible que pudiera estar pasando. ¿Por qué acababa?, ¿Porqué no detenía sus pasos? Pedí ser invisible, pedí estar muerto, pedí... tantas cosas en aquel eterno segundo, mis ojos estaban a punto de estallar en rabia, mis ideas, se agolpaban unas contra otras en mi mente, mis recuerdos, sus gestos, su suave y mentirosa voz el día de nuestra boda con los votos de fidelidad diciendo...
Te amaré eternamente
Nuestro amor perdurará más allá del corazón
Más allá de la ilusión
Más allá de la razón
Mas allá del tiempo...

Mas tarde, sus risas, sus besos y sus caricias sabían a engaño, todo en ella era falso, perdieron su más hermoso tesoro, la confianza. Sus escarceos sexuales con mis amigos, hacían que el mío con Luisa, solo fuese una aventurilla de nada. Había tanto ruido en mi cabeza que apenas acabó de hablar, marchó.

Tan solo me queda el recuerdo del tintineo impertinente de sus tacones cuando se alejaban y un adiós amargo en su mirada. ¿Qué fue lo que dijo de unas fotocopias mías? ... No sé pero entendí que ya no quedaba nada, que ya no habría más amor eterno, ni más ilusión y finalmente, sólo en la estancia por un instante perdí la razón mis ojos estallaron en lágrimas. Necesitaba un cambio y decidí volver a iniciar mi vida.



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Quinto instante 26/07/95
UN DESEO INCONTROLADO

Querido Diario, hoy te voy a contar lo que me pasó hace algunos días…

El timbre de la calle sonó, y pregunté: –"¿Quién es?"-. Su voz era segura, firme pero sonaba distorsionada en aquel viejo y detestable portero automático. Le dije que subiese aunque no sabía si me entendiese con tanto ruido. Cuándo le tuve ante mí sentí un escalofrío, sabía que él era lo que yo necesitaba, sus ojos, su pelo, su cuerpo, todo de lo que él disponía y yo anhelaba, Dios!! No era un Sex Symbol, pero me despertó de mi frío letargo.

Inició las reparaciones pertinentes en el edificio. Cada vez que le veía sentía deseos de tocarle y de que me tocase, me poseyese y me besase. Pero sólo ocurría en mi mente. Yo tenía miedo de expresar mis sentimientos, pero cuando él me miraba yo sentía como me penetraba con sus ojos y como con ellos me desnudaba. En los suyos se veía que él también lo esperaba. Pero acabó el día y marchó sin que pasara nada. Y yo me dije: – "Carmen, vivir sola te está volviendo loca"; "será la falta de hormonas masculinas". Los días pasaban y antes de tenerle enfrente sabía que le iba a ver, notaba su presencia, su respiración. Mi pulso estaba acelerado.

Le llegó el turno a mi puerta y llenó de su aroma toda la estancia, me preguntó si podía pasar al dormitorio y yo sorprendida dije: - "Sí" - No me atrevía a estar junto a él, y tampoco sabía con que pretextos acercarme. Pensé que si no le ayudaba, algo tendría que pedirme, y así fue... una escalera, un trapo y yo como una tonta esperaba que al final me eligiera a mí. Pero el trabajo lo medió acabó y diciendo que volvería se fue y otra vez pasó que no sucedió nada.

La noche llegó y recordando su aroma me estremecía, me agitaba y sentí el placer que te da la imaginación, más tarde decidí ser más firme. – "Si él no viene, iré yo". Pasé toda la noche soñando e inmersa en ese mundo, el mundo de los sueños oí que en ese momento llamaban a la puerta y que yo me levantaba e iba a abrir la puerta con el picardías de blonda negra que me había puesto para aquella cita imaginaria con aquel escote que dejaba ver la voluptuosidad de mis pechos y con aquella escasez de gasa con cortes que alargaba mis piernas. Me puse la bata de seda negra que sin atar, volaba por el pasillo tras de mí y soñé que vivía tan intensamente ese instante que se hizo tan real para mí que cuando abrí la puerta, me puse a temblar.

No lo podía creer. Le tenía allí, en el rellano delante de mí, vestido solo con el mono azul de faena, me miraba, me observaba, me invadía y sin mediar palabra entro en casa y yo di unos pasos hacia atrás, dejándole avanzar y cerró la puerta. Me detuve y él se acercó tanto a mí, que su respiración fue mía y el calor de su cuerpo me hacía arder en desesperación. Aquella proximidad necesitaba algo más, avanzó su boca hacia mis labios y solo rozándolos deslizó su aliento de mi boca a mi oreja y desde allí succionando el lóbulo de la misma recorrió por mi cuello hasta el canal de mis pechos quedándose de rodillas, con las puntas de sus dedos ascendía desde los tobillos lentamente hacia mí, y subía sin apenas tocarme y acercó su aliento a mi regazo que con su boca mordisqueaba, cuando sus manos otra vez en mis tobillos subieron con más seguridad por la parte trasera de mis piernas acercándome con firmeza al calor abrasador de su boca.

Allí agarrada, presa de su fulgor sentí como de nuevo avanzaba con su boca por mi cintura al tiempo que sus manos me acercaban más y más hacia el suelo, subían sus manos por mi espalda al tiempo que su lengua lamía mis senos descubiertos por la traición del temblor. Entonces sin dejar de lamerme, besó mi cuello trepando hasta mi boca donde suavemente su lengua rompió mis defensas, con un dulce beso a la par que inclinaba mi perpendicular cuerpo hasta dejarlo tendido a ras del suelo.

Con sus ásperas y a la vez dulces manos, arquearon mi cintura y ya sobre mí, con su boca bajaba besándome desde mi barbilla lenta pero sin pausa dejando su apasionado beso sobre uno de mis pezones, devorando mi ombligo y abriendo con sus poderosas manos mis piernas introdujo en mí su ardiente y dominante lengua, saboreando cada milímetro de mi piel bebiendo de mí como si de un buen vino se tratase. Yo necesitaba soldarme a él, mis piernas temblaban, mis jadeos entrecortados decían: "más..." Abracé con mis piernas su rostro, le quería dentro de mí, quería que no acabase jamás, deseé que quedase encadenado a mí para siempre. Mordió mis muslos a la vez que yo excitada agitaba mi cuerpo, separó mis piernas y arqueando de nuevo mi cintura me penetró una y otra vez y luego se mantuvo dentro, quieto y yo me saciaba saboreando el placer.

Subía y bajaba, subía y bajaba. Cada vez me excitaba más y más. Empecé a sentir una fuerza animal que me erizó el pelo. Arqueé de nuevo yo misma mi cuerpo, enlacé él suyo con mis piernas, dejando su boca cerca de mis pezones y alzando hacia atrás sus manos con las mías le poseí, ya era mío estaba dentro de mí y nuestros jadeos cantaban juntos y no le dejé salir de mí, cada vez que se movía me volvía a excitar y volvíamos a empezar y así una y otra vez hasta dormir rendidos en el largo pasillo estucado de color blanco que tanto detestaba Carlos, por la ausencia de objetos.

Pero, por desgracia, la mañana siguiente llegó y el sueño explotó como un globo cuando sonó el despertador con ese estruendoso timbre de campanas. Me levanté de la cama y me disponía a desayunar cuando llamaron a la puerta. Abrí y, que curioso, era él, Antonio Vasarri, el plomero: "Perdone que la moleste señora, pero debo seguir trabajando con los tubos, ¿era en el dormitorio, no? ¿Dónde debo hacer la soldadura?". Y yo pensé si sería capaz de hacer una "soldadura" que superase el del sueño de la otra noche.

Le asesoré en lo que me pedía y le dejé trabajar, bajando a mi triste realidad. Y me di cuenta de que hoy ya no me excitaba tanto y pensé que era imposible superar lo de anoche. Así que, cuando hubo acabado, nos despedimos y no le volví a ver nunca más, bueno menos en sueños donde repetía una y otra vez las partes que más me habían gustado.


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Sexto instante 20/05/95
EL PROTAGONISTA

Estaba tan cansado que me tome esa dichosa píldora para dormir, porque aunque viese los mismos soporíferos y sensacionalistas programas que Carlos me recomendó, ni siquiera la aburrida presencia de Norman Good en el telediario hizo que me durmiera. La verdad es que a mí no me hacían efecto alguno y tenía los ojos más abiertos y enrojecidos que nunca.

Me hice un vaso de leche caliente y puse otra cadena de televisión. Así, mientras tanto, podré entretenerme de alguna manera, allí sentado en mi sillón de relax de ante negro, con el pijama y una manta infantil con conejillos azules que aún conservaba de mi infancia. Me quedé envuelto en una dulce tranquilidad.

En la televisión hoy 20 de mayo, no daban nada en especial que mereciera la pena ser visto, pero en uno de los canales empezaba uno de esos avances informativos y que como nunca tengo tiempo de ver el de media noche, automáticamente cesé el zapping y no sé si fue el sopor del somnífero o si algo sucedió realmente en esa noche.

Era curiosa aquella presentadora se parecía a.. De pronto caí en la cuenta, se parecía a una compañera de Universidad, que, por un extraño motivo, empecé a recordar. En ese momento fue cuando la presentadora dejó de hablar de problemas sociales, y me dirigió la palabra. ¡Eh!.. Despierta, ¿No te acuerdas ya de mí?, ¿Tan banal es para ti, mi recuerdo?. Pues te voy a informar que ayer 20 de mayo a las 23:59 fallecí. Porqué ya no podía más, me tomé unos barbitúricos y durmiendo desaparecí de este jodido mundo. Pero quiero que sepas que mi último recuerdo, mi último sueño, fue imaginar que hubiese sido mi vida contigo.

Jamás nos decidimos, nunca llegamos a salir juntos, tú por tu lado yo por el mío, y siempre separados aunque muertos de amor uno por el otro, ¿Porqué no me lo pediste?. No lo sé. Tal vez tuviste miedo de mí. Yo tras una experiencia llena de vergüenza, no quise probar contigo, tú eras más joven que yo, y no lo podía olvidar. ¿Recuerdas a los pesados amigos que nos empujaban a salir juntos?

¿Te acuerdas en aquella obra de teatro en la semana cultural?. Tú repetías las palabras de un Romeo actualizado y yo de Julieta en el balcón. Yo enamorada de ti me creí esas palabras, y tú también no lo niegues, se veía en tu mirada, claro que también pudieron ser imaginaciones mías, tal vez yo era más feliz creyendo que tú también sentías algo por mí.

Pero el tiempo pasó, y te vi salir con otras chicas, poco a poco te fuiste alejando de mí. Jamás entenderé el porqué de aquella farsa, pero envidiaba a todas las que te podían besar. Mi vida ha sido un desastre desde entonces. No sé la tuya, pero debe ser que sí cuando estas ahí, enfrente de mí envuelto en esa manta infantil... ¿Cómo puedes tener una manta de conejillos?

Miguel, ya me recuerdas y empiezas a pensar, en cómo sería nuestro primer beso en un portal, o nuestro amor en una glorieta del parque protegidos de la lluvia. Nuestra primera alegría, un niño al que tal vez hubiésemos llamado Miguel, ver su carilla en Navidad al descubrir un enorme oso de peluche, verle triunfar y fracasar en la vida, tener su primer amor, ver su primer beso, escondidos tras la cortina, envejecer juntos, amarnos siempre, dulces sueños llenos de pasión, ver quizás nuestra primera nieta tal vez otra Tony, como yo.

Pero mi tiempo terminó, ya nunca más podré tenerte. Pero ruego al cielo que en algún lugar podamos fundir nuestras almas con el fuego del amor. Mantén esa esperanza. Tal vez, sólo tal vez de esa manera tú y yo podamos estar juntos de verdad,... no más sueños, hasta pronto amor"-

El sonido del reloj del salón y sonido a nieve de la pantalla del televisor me despertaron y abrí los ojos. Era tarde y tenía que llegar al trabajo como fuese, me sentía jovial. Ese sueño, a pesar de ser triste, me dejó lleno de esperanza, y sólo podía escribir un nombre en todos los sitios. Tony con el dedo en el espejo del baño tras la ducha caliente. Tony con la espuma de afeitar. Tony con el azúcar del café. El teléfono sonó varias veces, corrí por el pasillo saltando por encima de la cazadora y el maletín, cogí el teléfono en el cuarto toque. Era un agente de policía. – "¿Conoce a Tony Bernat?"- dijo el comisario De la Fuente.

No escuché lo que me contaba de una nota escrita para mí, porque sabía su contenido palabra por palabra y por un instante me sentí avergonzado de haber sido tan cobarde con nuestra relación y mantuve la esperanza en secreto de volverla a ver. Quién sabe si en otra vida o en la muerte y aunque tarde una eternidad la encontraré quizás en mis sueños, buscando en mis recuerdos haré que viva en mí o quizás en la muerte, como Orfeo deba bajar a infierno para recuperarla y tenerla en mis manos o quizás en el más allá.

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Séptimo instante 10/05/95
LA AMISTAD, LA VERDAD, LA LIBERACION

Clara estaba harta. ¿Cómo era posible tener, como tenía la cabeza tan llena de las excusas que siempre le explicaba Adolfo, y la vida tan vacía? La ausencia de resultados hacían que su presencia en este mundo estuviese un poco descompensada, así que como se sentía muy sola llamó a sus amigas, Tony y Luisa, hacía tanto tiempo que no se veían por culpa de ese indeseable, que seguro que a las tres les había pasado algo interesante en tantos meses.

Se encontraban cada año, el mismo día a la misma hora, el 10 de mayo. A Clara se le haría difícil consultar a sus amigas, qué hacer con Adolfo. Ella sabía que le engañaba con su secretaria, Judith Vasarri. Esa zorra de ojos azules y cabello de larga melena rubia oscura, era capaz de pisar a quien fuese por ascender en la empresa. Ella era Doña Perfecta. Claro que durará poco en la empresa hasta que echen a Adolfo. Porque Judith tenía tipillo y media casi 1.62 de altura. Aunque con una incipiente tendencia a engordar demasiado y por desgracia la varicela marcó su rostro, pero era atontada, siempre dudaba, dudaba para todo de hecho tenía a sus compañeros amargados con tantas y tantas tonterías, y sus aires de Miss Universo por otro lado típico en su designación astral, (era libra tal vez eso la disculpase de sus actos).

Faltaban aún 10 minutos más para que vuelvan a encontrarse. Clara estaba nerviosa, Luisa trabaja tres plantas más abajo que Adolfo: "espero que no nos espíe por la ventana, detesta que me vea con ella." Y Tony: ¿Tendrá novio? Es tan asquerosamente reservada que dan ganas de ignorarla un tiempo a ver si así cambia.
Clara recordó el tiempo, en que a Tony le gustaba algún chico, a éste le gustaba ella, y para rematarlo todos salían sólo con Luisa, pero eso nunca las separó. Que asco de vida. Si por lo menos tuviese un hijo aún valdría la pena nuestra relación pero no puedo tener hijos, y además entre Adolfo y yo, ya no es lo mismo.

Ahí llega Tony, Clara, le gasto una broma por si soltaba prenda. "Hola ¿chata como estas? Ya sé que no te dejo respirar, pero me he enterado de lo tuyo con...", pero de repente la cara de Tony, palideció y se sentaron en un banco, Clara no daba crédito a lo que Tony le decía, ¿Cómo había sido capaz de relacionarse dos años con Adolfo?. No sabía que hacer... Si matarla o abandonarla para siempre. Ahora estaba muy claro, ahora entendía ese mutis, ese silencio durante los dos últimos años, no sabía si decirle a la cara que Adolfo las engañaba a las dos con la Zorra de Judith y empezaba a impacientarse con la salida de Luisa del despacho. ¿Se habrá acostado también Adolfo con ella?. Porqué con Luisa es mucho más fácil, seré imbécil.

Tony lloraba. No aguantaba más esa situación Adolfo la ignoraba. Aunque llego a amenazarle con matarse si no le hacía más caso, pero Adolfo le colgó el teléfono. Ya no la tomaba en serio y llevaba una semana sin saber nada de él.

"Mira, ahí llega Luisa." - Increpó Clara tras un largo silencio. "Hola ¿Cómo estáis las dos?" Y viendo sus caras exclamó – "Por Dios esto parece un velatorio vamos al bar" - Dijo Luisa sorprendida.

"¡Eh! Ponme un café y.. Bueno que sean tres cafés bien cargados..." le dijo Luisa al camarero más tarde. Y nos preguntó que ¿Qué había pasado?. Clara observaba la cara de Luisa y de Tony mientras les contaba lo suyo. Luego Tony se echo a llorar ignoraba lo de aquella zorra, y cuando le llegó el turno a Luisa nos contó lo que hacía a la hora de la comida en el despacho, y que envidia sentimos las dos, y nos reímos mucho cuando nos contó que él había huido a otra planta. Y como de costumbre Luisa nos unió de nuevo, tal vez fue en ese momento cuando me planteé el dejar a Adolfo, he de empezar una nueva vida, tal vez me marche unos años a París con mi hermana. Por un instante creí que toda mi vida era una basura.


Tiempo pasado
Octavo instante 18/10/95
A SOLAS CON EL ASCENSOR

"Vaya, ya son la 19:00. Tengo que recoger, que voy a llegar muy tarde a casa y hoy dan el partido más importante de la temporada, Numáncia vs. Manchester. ¿Dónde habré puesto las llaves?, Siempre las estoy perdiendo, tendrá razón mi madre, parece como si la estuviese oyendo: "Un día perderás la cabeza, hijo".

Otra vez plegaré media hora antes. Voy a pillar el atasco, y a este ascensor, ¿qué cuernos le pasa? Que no viene, es evidente soy tan obvio que yo mismo me respondo, - ¡Venga! ¡Venga! ¿Qué, ya estás aquí? ¡¡ABRE!! ABRE LA PUERTA HOMBRE- le comentaba al ascensor como si de un patoso se tratase. Inicié el descenso hacia el parking, tenía ganas de coger mi micro volumen blanco. Aún olía a nuevo.

"¡Noooo! Y ahora por que se para, No, No... Se fue la luz - ¿Y ahora como salgo yo de aquí? Si yo era el último ser vivo que quedaba en el edificio, bueno" - suspiró y siguió pensando, tras la violenta resolución de golpear el ascensor con puños y pies.

"No nos pongamos nerviosos, hay que tranquilizarse que estar histérico consume mucho aire. Veamos tenemos la luz de emergencia junto con el ventilador y, ¡qué gracia! ¡Hilo musical!, Debe ser por aquello de amansar las fieras, tengo suerte de no padecer claustrofobia, habrá que organizarse. Si ha sido una avería puedo tirarme toda la noche, si por el contrario ha sido un apagón general pues las 5 ó 6 horas no me las quita nadie, claro que si sólo fueran unos minutos aún podría ver la segunda parte del partido. Pensado esto último sollozó un poquito.

Y trató de imaginarse a su ex-mujer teniendo un affaire sexual con algún obrero o un lampista de turno, pues era la fantasía erótica favorita de Carmen, haciendo memoria por el comentario de Adolfo su nuevo jefe de planta que al mismo tiempo era el vecino de Carmen. Así, recordó como se lo pasaba de bien escuchando las fantasías de Carmen, inicio la fantasía y pensó que "ella se dejaría y él la devoraría con la boca, todo tomaba color y forma delante de él. Se excitó al pensar como un mirón". Y se imaginó que ella escribiría en su diario, la experiencia como si fuese un sueño porque, conociéndola ella era incapaz de hacerlo, con lo frígida que resultaba en la cama y lo fértil que tiene la imaginación, por Dios.

Recordó la entrevista que tuvo hace unas semanas cuando cambió de planta, y se imaginó a Adolfo con un collar de perro de espaldas y agachado siendo montado por Judith vestida de cuero mientras le pegaba en el trasero, con un informe comercial, y como jadeaban los dos al unísono.

Y cuando esto llenó su mente, empezaba a sonar en el hilo musical del ascensor "this is how it works" de TLC y no pudo por menos que excitarse pensando que Luisa se dejaría penetrar por él, en el parking, la escalera, el ascensor o dónde fuera…
Era tan fácil excitarla que creo que con solo estar al lado mío tenía un orgasmo. Aún recuerdo la primera vez que lo hicimos. Qué susto me dio y que miedo sentí cuando pude rozar su ropa interior con la punta de los dedos, ella allí agachada delante de mí y yo tras ella fingiendo recoger papeles del suelo. Cuando desgarró sus braguitas casi en mi boca y tuve tentaciones de lamerla como si fuese un caramelo; claro que con veintitrés años era un caramelo para mí, ya que con treinta y ocho, empiezan a verse más las canillas.

Pero ella siguió moviéndose, más y más, me estaba poniendo a cien creí que iba a estallar y me puse de pié pero me sentó de golpe en la banqueta del ordenador, y se posó encima de mí y me miró como una diosa de fuego. Sólo pensar en su perfume mezclado con su olor de hembra en celo, y así mientras anidaba sobre mí, suavemente se desprendía de ese escaso vestido, cuyo color," diablos no puedo recordar", pero estuve a punto de reventar cuando se secó con la corbata que me regaló Carmen, el sudor de sus dos jugosos senos, sonrosados como los melocotones de agua que me gustan tanto, y secó luego el mío. Cerré los ojos para sentir mejor el tacto de su lengua en mi frente y al abrirlos, cubrí de saliva los estáticos senos que ya no estaban amordazados. Y caímos al suelo, donde dejé que me hiciera lo que quisiese.

Me desnudó lentamente pero como una fiera hambrienta de celo y comenzó a exprimirme como una fruta madura. Me saboreó, me besó, me bebió con tanta dulzura que mis jadeos y los suyos nos excitaban más. Entonces se levantó, se sentó con sus piernas abiertas sobre la fotocopiadora en marcha del despacho y desnudo de todo me sentí tan atraído hacia su interior que me levanté y la miré con deseo, me acerqué hasta casi tocarnos y abrazándome con las piernas me hizo entrar en ella. Era todo tan placentero, que ¿Por qué íbamos a parar?.

Todos los demás encuentros fueron más o menos iguales pero tuve que huir de ella, tanto placer me encadenaba demasiado. Vaya, solo pensar en ello ha hecho que se me calentase de nuevo. Pararemos y pensaremos en otra cosa. Anda si ya han pasado tres horas y Miguel, mi vecino pues no dice que tomó el somnífero con leche caliente, como si no lo conociera, seguro que fue con algún brebaje gaseoso de los suyos, y claro le sentó tan mal que tuvo pesadillas con una antigua compañera de la Universidad, Tony se llamaba ¿por qué se suicidaría? En fin, qué le vamos hacer. Espero que ese encuentro tipo expediente X en la tercera fase le haga sentar la cabeza, y no se enamore de ella, ya que no está.

Eso le hizo pensar en cuando Carmen le dejó. Creía que todo iba a estallar a mí alrededor. Nada tenía ya sentido, tantas y tantas cosas por las que habíamos luchado juntos. ¿Cómo fue que nos separamos? Ella con otros, buscando ese placer que ya no encontraba conmigo y yo con Luisa. Tal vez dejarlo fue lo mejor para ambos. Pensar lo que habríamos hecho después. Deberíamos encontrarnos de viejos y contarnos las batallitas.

Acabando de pensar en eso, se encendieron todas las luces del ascensor y siguió descendiendo hasta el parking, salí del ascensor contento de estar vivo. Bueno, no lo había pasado tan mal tampoco. La música le hizo recordar momentos muy agradables, y la vida que él normalmente llevaba no le daba tregua en pensar un rato sin hacer nada, absolutamente en nada.

Salí por la puerta del Parking, cuando un taxi casi me abolla mi coche nuevo, y la vi otra vez, Era ella, la chica del parque, por fin, iba en el taxi y era preciosa, cuando me adelantaron me dirigió una mirada que me hizo temblar y pensar que me arrancaban el corazón; y aceleré tras ellos. Les perseguí por los semáforos. "Oh, ¡Dios mío! Se dirigen al ¡¡aeropuerto¡¡ No, no puede ser. No debe de salir de mi vida. Debo impedirlo. Ella es la única razón de que mis días tengan una esperanza. No la debo perder, la pararé y se lo diré". Me siento como un crío.

"Ya han parado". Dejé el coche en doble, triple o tirado. No me he fijado bien y el ruido de los cláxones no me detuvo y le daban música a la escena. Llegue dónde ella estaba, le cogí un brazo y allí, delante de todos, me hinqué de rodillas y le rogué que no se marchara que destrozaría una vida, la mía y que llevaría ese peso consigo hasta dónde fuese y que se sentiría tan culpable que al final tendría que quitarse la vida ella también.

Jamás había dicho tantas y tantas tonterías juntas, le estaba mirando a la cara y vi que la vergüenza y una leve sonrisa hacían mella en ella. Los cláxones de la calle, el sonido de la megafonía del interior del vestíbulo y el silencio que nos envolvía de la gente expectante para ver qué pasaba al final, le conté lo del parque y que desde entonces la busco, y que es lo único estable y bonito que me había sucedido. Ella se hincó de rodillas como yo y sonriéndome me dijo, que si iba a ser la culpable de una desgracia de dimensiones bíblicas, haría una locura y anulará su vuelo, no marcharía porque tal vez yo era el final que ella esperaba que diese sentido a su existencia. Me besó y el ruido de vítores, risas y aplausos vistió por un instante nuestra vergüenza.

Tiempo presente
Tercer momento 13/02/99
CAMINO DEL REENCUENTRO

Llevaban tanto tiempo sin verse, que Luisa con el traqueteo del tren recordaba cuando trabajaba junto a Carlos. No era difícil recordar aquella escena en el despacho y tantas otras. Se quedó absorta mirando la ventanilla y vivió de nuevo el día del parque...

Era una mañana agobiante pues tuvo que presentar otro informe sobre aquella maldita empresa, la que les unió y que acaba tras un periodo de suspensión de pagos, en quiebra total. En fin, era una buena manera de librarse de los impuestos y las deudas, solo que ahora no lo presentaba como ayudante de contabilidad sino que lo hacía como reportaje especial de fin de semana para el telediario que presentaba con Norman Goods, por fin trabajaba en prensa, aunque no era la escrita como a ella le hubiera gustado, por fin veía el fruto que significaba, el estudiar dos carreras, económicas y periodismo, ahora trabajaba para el canal 8, y curiosidades de la vida llevaba el mismo caso que llevaba cuando trabajaba para la financiera. Trataba de la estafa y el crecimiento del paro en la zona donde se ubicaba la empresa. Una zona como siempre marginada por la sociedad.

Luisa cerró los ojos y decidió que fue bueno el tiempo que pasó y todas las cosas que les habían sucedido desde que él conoció a Clara, una buena amiga que el destino hizo que un accidente de tráfico aéreo se la arrebatase de sus vidas y también el destino provocó que Tony ya no estuviera tampoco con nosotras. Carlos, aunque ya mayor, se conservaba bien, Desde la entrada en la estación y por la ventanilla del tren pude observar que aunque estaba un poco abatido y tenia la sonrisa triste aún conservaba el porte que le caracterizaba y la chispa de la que me enamoré o la chispa que provoco nuestra soltura en el sexo, un sexo lleno de conocimiento de uno por el otro. Por fin se detuvo el tren, bajé con el equipaje y Carlos, que había venido a buscarle, se acerco a mí.

"¿Hola amigo como estas? ¿Cómo te va la life?" - dijo Luisa viendo su cara, que hacía una mueca mezcla de añoranza y agradecimiento por recordar las palabras que pronuncie –"Luisa, ya hace tres años que Clara nos dejó", dijo Carlos abrazando a Luisa – "ya sólo me quedas tú. ¿Quién nos iba a decir que solo quedaríamos tú y yo? "
Tras una pausa larga con un tierno abrazo, Carlos miró la maleta de Luisa y cogiéndola exclamó: - "Ven por aquí, tengo habitación en el hotel, te he reservado la de al lado y así estaremos mas cerca". Una vez en la habitación Luisa comprobó que aquella habitación en el hotel de alta montaña estaba muy bien tenía: Calefacción, bañera con hidromasaje, televisión por cable, un armario con espejos del suelo al techo y unas cortinas de encaje color salmón. - "Salmón, me apetecería comer a mí esta noche"- pensó en alto, sentándose en la cama. Y se puso a leer una carta de Miguel desde el Tíbet,
Tibet, 16 de Febrero
Hola Luisa.

¿Cómo estás?. Me dirijo a ti porque sé que Carlos no es tan comprensivo como tú y no tiene la mente abierta de la misma manera que nosotros. Sé que nunca hemos tenido una amistad que dijéramos buena o de muy amigos, ya que estudiabas 2 cursos por debajo del mío, pero fuiste una de las mejores amigas de Tony. Sé que tanto tú como Carlos. Creéis que estoy un poquito loco, pero, qué es la vida sino una inmensa locura. Tú sigues obcecada con triunfar en todo, Carlos se conforma con ser feliz haga lo que haga, pase lo que pase, aunque por un vecino me he enterado de qué esta pasando una fuerte depresión. Por favor, cuídale. Tú sabrás mejor que yo cómo hacerlo.

A lo que iba, como ya me creéis un poco loco no encontrareis descabellado mi nuevo descubrimiento. Tras dos años de meditación en profunda tranquilidad, debo decir que he encontrado mi paz interior, que he hecho las paces con mi karma, y me ha sido revelado un secreto., Sé cual será mi próxima reencarnación y sé cual es la de Tony. Sé también que Dios es bueno y ha hecho que mi muerte esté cercana, tan sólo me llevare unos 4 años con Tony. Bueno, y tras la bomba te diré que Tony, ahora es una nativa de una de las Islas de Pacifico Sur, ¿Qué más se puede pedir?. Y yo debo nacer allí también. Por fin estaremos juntos tras las 4 últimas reencarnaciones en que uno y otro lo hemos intentado por separado, Ahora me toca a mí seducirla y hacerla mía. Llámalo locura, llámalo insensatez. Yo lo llamo destino, nadie debe permanecer tanto tiempo separado de sí mismo. Debemos unir nuestro Karma para conseguir la perfección y rozar el todo.

Por favor, cuida bien de Carlos y espera al 16 de marzo de este año para darle la carta, él lo entenderá al fin y al cabo éramos como hermanos. No os olvidaré y os tendré presentes en la próxima reencarnación.

Vuestro eternamente Miguel

Dios mío, dice que es muy feliz. Luisa dobla la carta contemplativamente mirando la imagen de la montaña al fondo del valle con la cumbre un poco escarpada, mientras pensaba si su encuentro con Carlos no sería también una receta casera de unir sus karmas o si tan solo era una unión pasajera en la eternidad.

Tiempo presente
Quinto momento 13/02/99
MOTIVACION Y CENA

Por otro lado, Carlos en su habitación pensaba... "Me han sucedido tantas cosas el divorcio de Carmen, mi relación con Clara, la quiebra del despacho y la muerte de... " - Carlos hace una pausa para tragar saliva y tomar aire en una profunda inhalación y expresa en alto: "Maldita sea necesito una COPA. "

Se tumba en la cama y, sin saber cómo empieza a recordar... el momento de su ruptura con Carmen y el crujiente tintineo de sus impertinentes tacones en sus cortos y pesados pasos por el parquet de la sala y no pudo recordar todo lo que Carmen le decía de unas fotocopias... Cómo conoció a Clara en el parque y se estremeció cuando revivía el instante en que ella le daba una pelotita roja a un niño y el viejo del parque que con sus ronquidos levantaba en periódico. También recordó lo que pensaba de Carmen y de la secretaria de mi jefe, mi jefe y su secretaria... "¿Qué habrá sido de ellos? Estarán en las Maldivas con el dinero de la empresa. Y pensar que Clara estuvo casada con él, ¡Dios! Eran bien diferentes."

Clara no fue la misma desde la muerte de Tony y Miguel tampoco pudo superarlo. Se hizo budista y se fue a Tíbet para entender la reencarnación. También se puso a recordar su relación con Luisa y ese vestido con cremallera delante de un color que aún no recuerdo bien, ¿era naranja o verde?. Solo recuerdo el impacto y la excitación que me produjo la rotura de la blonda de su braguita y el carnoso rostro de su pubis cerca de mi boca, su suavidad de vellut, cómo más tarde y ya encima de mí, secaba el sudor de mi frente con la corbata que Carmen me regaló mientras ponía sus altivos y desafiantes senos sonrosados junto a mis labios, recuerdo que sabían como los melocotones y el descontrol que produjo en nuestros cuerpos fotocopiar aquel coito.

Carlos, notando que parte de su desconcertado cuerpo se despertaba, se levantó en dirección al baño y entra en la ducha totalmente vestido dejando que el agua fría se filtre con sus lágrimas. Piensa: "Siento vergüenza de mí mismo. He sido infiel con el pensamiento a Clara. Debo castigarme. Pero, porqué pienso yo en eso si Clara ya no... Porqué me pongo yo mismo barreras, ¿por qué soy tan hipócrita? ¿Porqué estoy aquí sino?. ¿Porqué llamé a Luisa si no la deseo?, si no la hecho de menos. No es bueno que piense en esto ahora. Me estoy hundiendo de nuevo " – Pensó Carlos mientras sentado de cuclillas dejaba que el agua fría rompiese sobre su cabeza, había quedado con Luisa en el bar en una hora y debía afrontar la realidad, Así que. Haciendo un acopio de valor salió de la ducha y empezó a acicalarse con una energía renovada. Luego bajó al bar donde habían quedado, para olvidar el pasado juntos, nada de recuerdos y de lágrimas, hay que empezar de nuevo. No debe saber que aún amo a Clara, aunque ya debe saberlo.

Luisa por su lado ya se había arreglado para la cena y esperaba a Carlos en el bar. Como aún conservaba su maravilloso cuerpo se puso aquel vestido azul eléctrico con la cremallera delante que tan buen resultado le dio la primera vez, y pensó que aunque ahora tenía un poco más de pecho y seis años más, pero la sonrisa que le había echado el anciano de ascensor y las miradas al escote del camarero la hicieron más segura y pensó "Creo que no debo de estar tan mal".

Carlos la vio de lejos sentada en la barra y una idea pasó fugazmente por su mente: "¿llevará braguitas de blonda?". Se acerco por detrás de Luisa y le comentó que como era pronto porqué no iban a dar una vuelta por las instalaciones del hotel para ver la ribera del río. Así que, salió con Luisa fuera del hotel, notó el cosquilleo del miedo, que los nervios arrinconados en la voz y en el estómago, no le daban tregua para respirar correctamente así que decidido a no apasionarse de nuevo por otra mujer. Se propuso no tocar a Luisa en toda la noche. Cenaron, hablaron del pasado aunque se recordaron mutuamente que no debían hacerlo pero era tan fuerte el recuerdo que acordaron olvidar la tontería de no recordar el pasado y empezar a vivir de nuevo con él, en resumen una nueva vida.

Carlos no pudo dejar de pensar el Luisa como la otra y aunque ahora, justo en este instante la deseara la necesitara con premura debía de tenerla entre sus brazos aún no tenía muy claro si engañaba a Clara, ya que ahora no sabía si Clara supo alguna vez lo que él hacia con Luisa a la hora del almuerzo en el despacho.

Llegó la hora y entraron de nuevo en el hotel el conserje les indicó donde estaba el comedor y donde debían sentarse. El camarero les entregó la carta de los vinos y la del menú. Decidieron cenar de primero sopa con queso él y ensalada del tiempo ella, de segundo trucha con almendras al limón ambos. Carlos no sabía si debía desabrocharse más el cuello de la camisa con las miradas que Luisa le estaba echando. –"Carlos - dijo Luisa – Este sitio es muy bonito, se ve un cielo estrellado que nunca había visto antes ¿cómo conociste este sitio?"-. Así, que Carlos tomando aire, le comentó: "Es un sitio que Tomás, un amigo mío que trabaja de guía turístico, en la agencia de la que llevo la contabilidad, me recomendó". El silencio volvió a invadirlo todo tras esa frase y Luisa, noto que Carlos dudaba de nuevo, que realmente lo estaba pasando muy mal, que el tenerla a ella cara a cara le incomodaba.

Tras los postres, hablaron de temas sin relevancia y de cosas que Carlos le contaba de Clara mientras que Luisa recordaba en silencio que instantes antes durante la cena Carlos no podía dejar de mirar sus pechos y como ella miraba seductivamente, tanto a su boca como a sus ojos; pero Carlos cesa su conversación, el final de la noche llega ya no hay nada que decir, quedaron en ir a montar a caballo a la mañana siguiente. Pero Carlos dijo como queriendo librarse de la cita: "Tomás siempre me dijo que el vino local era muy peleón pero nunca me imagine cuanto, me voy a la cama, no me encuentro muy bien". Cada vez que pensaba en Luisa no podía evitar el oír a Clara y dando un beso en la mejilla a Luisa se despidieron.

Carlos cerró la puerta de su habitación y deslizando su espalda sobre ella hasta sentarse en el suelo, como cayendo lenta y sumisamente en su propio infierno, sabia que su mundo estaba roto y sabia que debía resurgir de sus cenizas como el ave fénix pero ausencia de fuerzas, la carencia de valor, le hizo entrar en un estado de congoja del que solo podía salir rompiendo a llorar. Se sentía un miserable por engañar a Clara y a la vez deseaba tener a Luisa entre sus brazos. Quería olvidar todo lo sucedido he de tener voluntad, como le había dicho su psicólogo, su amigo - debes liberar tu mente y dar forma a tus deseos con alguien en quien confíes plenamente. La vida no es un cuento de hadas y no siempre te encontrarás con las diosas de tus sueños. Y las lágrimas que cubrían su rostro hicieron que por un momento su desdicha fuera su pulso vital.

Tiempo presente y final
Sexto momento 14/02/99
LA DECISIÓN

A la mañana siguiente, Carlos se sentía como un auténtico hipócrita mientras observaba el vuelo de una mosca alrededor de la lampara del techo de su habitación, ¿Es que realmente no deseo tener el cuerpo de Luisa en mi poder?, Luisa había puesto mucho por su parte incluso se puso el vestido de aquel día. "Soy un imbécil pero que le estoy haciendo a Luisa. A Clara la llevaré siempre dentro de mi corazón en un salón dorado" y dicho esto salto de la cama y se metió en la ducha tras una molesta noche dando vueltas en una cama tan vacía como sus tres últimos años.

Salió de la habitación a la terraza para tomar aire fresco de la montaña y renovar así su organismo, cuando sin darse cuenta vio a Luisa tan hermosa como siempre, tumbada en la cama desnuda, soñando, tal vez con él y recordó que a ella también la quiso y cómo deseaba que llegara la hora del bocata para tener su sexo en la boca. Así que decidió dejar de mirar, acabar de arreglarse y buscar a Luisa para bajar al vestíbulo como habían acordado.

Encontró que Luisa salía en ese mismo instante por la puerta y rodeándola con sus brazos le dio un beso de buenos días en los labios, Luisa se dejó amarrar por ellos y notó como la naturaleza les presionaba a no ir a la monta de caballos. Así que, echaron a la mujer de la limpieza con prisas y cerraron la puerta de la 420 con el clásico " No molestar" colgado del pomo mientras se oían risas en el interior. La mujer de la limpieza entró en la 421, comenzó a limpiar la habitación y el baño, cuando abrió el balcón oyó como jadeaban al lado y decidió marcharse de allí por no molestar.

En la 420 todo era salvaje y tierno a la vez, pues él besaba sus pechos mientras entraba una y otra vez en su interior sin salir apenas de ella, y ella mientras jadeaba moldeaba su trasero haciendo que este entrara más acompasadamente dentro de ella. Pero de repente a la cama se le rompieron las sujeciones del somier. Cayeron al suelo entrando apasionadamente con el golpe en el orgasmo y allí llegaron al placer y libertad que necesitaban. Satisfechos por lo oportuno de la situación no podían parar de reír y eso les excitaba más y lo volvieron a intentar en la cama de al lado pero ésta no se rompió. Se quedaron dormidos.

Más tarde el hambre despertó a Carlos y marchó por la terraza a su habitación y desde allí determinó dar rienda suelta a sus pasiones para volver a equilibrar su vida y llamó al servicio de habitaciones pidiendo que la comida la sirvieran en la 421 para no hacer ruido. Se aseó y se puso una pajarita de seda roja en el cuello y un bañador tanga brasileña negro puesto todo bajo un albornoz con las iniciales del hotel cuando el camarero llamó a la habitación Carlos le indicó que dejara la comida en la puerta de la 420 y le pregunto si llevaba la flor que pidió, como el camarero asintió con la cabeza le dio la propina y le hizo un ademán de que no hiciera ruido, cerro la puerta de la 421 y cruzo la terraza entrando en la habitación de ella.

Cerró la terraza con las cortinas cogió la comida del pasillo y se quitó el albornoz y con la Flor en la boca se acercó a su amada, dejando esta junto a su nariz y empezó a besar todo su cuerpo preguntando – La señora desea servicio completo antes o después de la comida.- Luisa le miró a los ojos y le dijo que ella también deseaba ponerse algo apropiado para comer decidieron darse una ducha y tras enjabonarse ambos sintieron deseos de hacerlo en la ducha, Luisa no quiso reprimir su deseo se saborear a su compañero con el agua dulce que caía sobre la piel, besó los músculos de su cintura y mordisqueo los glúteos para acabar masajeando con la lengua su sexo. Entonces Carlos la elevó y puso su espalda contra la pared, ella amarró sus piernas contra su cintura cuando este invadió el interior de ella agarrándose con las manos en las barandillas de la ducha, el agua que se deslizaba por los pechos de Luisa, saciaba la sed de Carlos, en el momento mas intimo de su danza sexual Carlos dijo suavemente te deseo. Ella le pedía que no parase nunca entre jadeos y alaridos de placer cuando terminó todo, ella se abrazo a el sin querer soltarlo nunca. Necesitaba que la llevaran así a la mesa para comer juntos muy juntos sin opción a desligar sus cuerpos.

Mientras se daban de comer mutuamente, se observaban a los ojos y Carlos empezó a darse cuenta que era mejor no pensar en nada y darse una tregua. La vida puede nacer o morir en un instante en solo momento, además ahora deseaba darse una vuelta por el cuerpo de su vecina de hotel, pues seguro que aún había sitios en él que desconocía e intrépidas y excitantes sendas que recorrer y ya que estaba junto a él en la habitación se pueden hacer realidad algunas fantasías. Y, por fin tenía algo diferente que contar a su Psicólogo. No siempre tiene uno la oportunidad de cambiar de vida.

"Luisa, cariño por curiosidad ¿Qué paso con las fotocopias?" A lo que Luisa se limito a abrir los ojos como platos y soltar unas risas de niña pequeña y traviesa mientras de un salto empezó a correr por la habitación mientras Carlos la perseguía riendo y diciendo... "¡¡Fuiste tú!! Tú se las mandaste a Carmen por correo Urgente..."

Fin

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